Tras los errores arbitrales y la polémica hubo calma. Sergio Ramos se coló en el vestuario del Real Madrid y le pidió perdón a dos jugadores de Carlo Ancelotti. Fue rival del conjunto blanco hasta 16 años después.
No era una duelo más y todo el Real Madrid lo sabía. El conjunto blanco volvía a un Ramón Sánchez Pizjuán donde los números en el último tiempo eran más que amables. Carlo Ancelotti y sus hombres empataron en una jornada marcada por la figura de Sergio Ramos. Este se coló en el vestuario de los blancos tras el 1-1 final.
Sergio Ramos se encontraba en frente. Después de ganar 22 títulos con el Real Madrid, incluyendo cinco ediciones de la Liga y cuatro Champions, el camero volvía a medirse con uno de los clubes de su vida tras su marcha en el 2021. Paris Saint Germain queda atrás y regresan a la vida esos recuerdos de aquel adolescente que en el 2005 marcaba a Iker Casillas antes de empezar su leyenda en el Bernabéu. Mucho picante en la previa.
Volver a Sevilla siempre supone un riesgo. Hablamos de una visita de riesgo para los blancos, de un campo donde se ganan o pierden Ligas, de un feudo donde el Madrid buscaba hacerse fuerte e igualmente, de una parada que marcará el devenir del curso cuando la persiana se baje. Carlo Ancelotti tomaba nota en el parón para saber que once disponer sobre la capital de Andalucía. Llegar líder al Clásico, un objetivo de peso. Todo terminó en un 1-1 donde había un gran amigo en frente.
Perdones y amistades
Ramos entró al vestuario del conjunto blanco tras el partido para saludar a varios de sus amigos. Una década y media por Concha Espina deja una relación que supera la rivalidad cuando el balón se detiene. Sergio charló con varios de sus ex escuderos, revivió viejos momentos de gloria y eso sí, también levantó la mano para disculparse.
Primero a Jude Bellingham. Todo por que le dio un golpe en la cara en la primera parte de la jornada. Pero no fue el único, pues también Eduardo Camavinga vio a Ramos pedirle perdón. Por otro golpe sin querer cuando se armó la tangana de la segunda parte. Aquel impacto en el cuello por supuesto, queda ya en el olvido.